sábado, 11 de abril de 2009

LA BRASA ARDIENTE Y LA MONTAÑA DE HIELO


Hay un calor que quema y otro que no quema, pero si no quema arde más que la brasa ardiente. Pero ¿Qué pasa si aquel calor vive frente al hielo de una montaña cubierta de nieve?

Y la brasa ardiente le dice a la montaña de hielo:
- Tu blancura me fascina, tu blancura me apasiona y me hace sentir una locura, una sed que es ardiente y que quiere beber de tu ser.

Y la montaña le respondió:
- ¿Cómo esto ha de ser si yo no siento nada ?, solo el frío de la mañana, de la tarde y del anochecer, todo es frío, todo es viento helado. Nada me motiva, nada me apasiona, soy como no soy, estoy pero no estoy, ni te comprendo, ni me interesa comprender, solo creo en el viento helado y tú no existes.

Entonces la brasa le dijo:
- ¡Que extraña la pasión !. ¡ Que extraña tu condición ! Se nota que tu viento es ardiente, y que tu hielo es pudiente. ¡Que frío tu deseo !, pero que deseo tan frío que me fascina, que me cautiva.

Y la montaña le contestó:
- Llévate brasa tu pasión que aquí no pasa nada, todo es frío, todo es helado, solo viento que se lleva tus palabras, solo frío siento yo.

Y la brasa contestó:
- ¡ Que pasión tan descontrolada !

Y alguien dijo entre los dos, "la ceguera no tiene remedio".
...
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